viernes, agosto 31, 2007

Cultura y agricultura

Cultura es una palabra latina que significa en su primera acepción cultivo, por eso, agricultura es el arte de cultivar el campo.

Imaginaos por un momento que no existiese la propiedad privada y que las tierras para el cultivo se adjudicasen cada cuatro años a un aparcero nuevo. Imaginaos que el primer agricultor decide plantar en el terreno que le han otorgado, pongamos por caso, kiwis. El negocio empieza a ir bien pero, cuando ya se está asentando en el mercado, después de la siembra del cuarto año, el terreno le es transferido a un nuevo labrador que resuelve extraer las simientes del kiwi para plantar tomates. Aunque tenga que empezar a introducirse en el mercado desde cero, está convencido de que el tomate será más rentable que el kiwi. No obstante, cuando está consiguiendo de nuevo asentarse, la finca es cedida a otro agricultor que remueve la tierra otra vez para sembrar, por ejemplo, maíz… y así sucesivamente.

1) Está claro que nunca lograrán establecerse en el mercado.

2) Los productos no tendrán una calidad óptima debido a la inexperiencia y brevedad de los distintos cultivos.

3) El campo se deteriorará poco a poco hasta quedar inservible para el laboreo por culpa de tantos y tan dispares cultivos.

Pues me he fijado que eso mismo es lo que pasa en todos los países del mundo con la Cultura: cada cuatro años (a veces un poco más) llega un Gobierno nuevo con su propia estrategia cultural que, creyendo que descubre la dinamita, arranca la plantación anterior para sembrar lo que, a su juicio, le parece más oportuno. Resultado: exactamente el mismo que el expuesto para la agricultura.

La Cultura y la Educación son asuntos muy serios con los que no se puede experimentar. Son valores, conocimientos y expresiones tradicionales patrimonio común de los pueblos, que pertenecen a todos y que, por lo tanto, deberían ser consensuados por todos. Lo correcto sería abolir de todos los gobiernos del mundo los ministerios, consellerías, concejalías, gabinetes y carteras de Cultura y Educación —que se dedican más a deshacer que a hacer— y consensuar, por una amplia mayoría de al menos 2/3 del Parlamento, órgano donde todos estamos representados, la política educativa y cultural para lograr que ésta sea común y permanente en el tiempo, que consiga crear industrias sólidas y enriquezca a los usuarios últimos: los ciudadanos.

En cualquier caso, si esto fuera imposible, habría que recordarles más a menudo a todos los consejeros y ministros de Cultura y Educación del mundo que el terreno en el que realizan sus experimentos no les pertenece, pues son tan sólo unos simples arrendados. El terreno es propiedad privada del pueblo que les ha elegido.

Sed felices.

miércoles, agosto 29, 2007

La caverna de Platón

En el mito de la caverna, Platón relata la existencia de unos hombres cautivos desde su nacimiento en el interior de una cueva. Prisioneros de las sombras oscuras propias de los habitáculos subterráneos, están además encadenados de piernas y cuello, de manera que tienen que mirar siempre adelante sin poder girar nunca la cabeza. Los cautivos, con sus cabezas inmóviles, no ven nada más que las sombras proyectadas por un fuego al fondo de la caverna — como una pantalla de cine en la cual se proyectaran sombras chinas— y llegan a creer, faltos de cualquier otra referencia, que aquello que ven no son sombras, sino la única realidad.

A veces, cuando estoy en la oscura sala de un cine, me siento cautivo como los prisioneros del mito platónico y confundo la ficción de la pantalla con la realidad. Cuando esta sensación me asalta, suelo desinhibirme de la película y mirar a mi alrededor. Lo que veo es un montón de prisioneros absortos y abstraídos, ajenos a la realidad e inmersos en la historia de la pantalla. Por sus caras descubro si la película les está gustando o no. Es una experiencia de lo más enriquecedora.

Por desgracia, en el sector audiovisual gallego —y en buena medida en el español y europeo— vivimos prisioneros de nuestras ideas y no solemos despegar la mirada de esas sombras hipnotizadoras que confundimos con la realidad. En gran medida, las ligaduras que impiden nuestro movimiento (y cualquier otra “mirada” personal) vienen derivadas de la dependencia que sobre nosotros ejercen las instituciones, entidades crediticias, medios de comunicación, etc., reos como somos de subvenciones, avales, préstamos, contratos, críticas, etc.

Cuando conseguimos liberarnos de esas cadenas, recuperamos nuestra libertad y descubrimos que podemos ser algo más que creadores de sombras, que detrás hay un mundo nítido, polícromo, tridimensional y real, que es el que los espectadores, nuestros "clientes", los únicos a los que les debemos respeto y consideración, desean ver y disfrutar.

De vez en cuando deberíamos mirar para otro lado y hacernos insumisos de todo lo establecido, prescrito, ordenado y políticamente correcto.

Por salud e higiene cultural y artística. Sed felices.

lunes, agosto 27, 2007

Una Gran Dama...

Hoy mi blog se viste de luto por el fallecimiento de una gran dama del cine español: Emma Penella. En el 2005 tuve el inmenso privilegio y satisfacción de poder hacer realidad uno de mis sueños: trabajar con una actriz a la que admiraba hasta el punto de la fascinación. La descubrí en “El verdugo” de don Luís García Berlanga, película rodada el mismo año de mi nacimiento. Y la redescubrí más tarde en el excepcional personaje de “La estanquera de Vallecas” (Eloy de la Iglesia, 1987), hace 20 años, para ya nunca más perderle la pista.

Se supone que la dirigí en “El sueño de una noche de san Juan”, donde le dio voz y vida a la brujita Faena. Y digo que se supone porque, como suele suceder en estos casos, me dirigió ella a mí poniendo a mi entera disposición todo su genio, arte, experiencia, ingenio, conocimientos y embrujo. Y, como no podía ser menos, yo me dejé dirigir e hipnotizar por la magia, el encanto y la seducción que irradiaba.

Después de trabajar diez años en el cine de animación, puedo asegurar que aquellos días con ella, Gemma Cuervo, Isabel Ordaz, Carmen Machi, José Luís Gil y Gabino Diego, entre otros, fueron los más felices de mi vida laboral porque se convirtieron en mi familia, haciéndome sentir como el niño con suerte al que todos quieren adoptar, especialmente Emma.

En este día tristísimo para el cine español, lamentando no haber tenido la oportunidad de coincidir con ella en alguna otra producción, mi única dicha es haber disfrutado de su amistad, de su compañerismo y de su talento al menos una vez. Y, por supuesto, de su gran humanidad y su irrepetible sonrisa. Descanse en paz.

jueves, agosto 02, 2007

Amanecer... atardecer.

Después de una larga ausencia de más de un mes —derivada del arduo trabajo de producción— aquí estoy de nuevo. Disculpad mi desaparición, los que aún me visitéis de vez en cuando, pero este mes ha sido especialmente duro: desayunar con banqueros, comer con abogados y cenar con políticos… —¡ojo!, por este orden, porque desayunar con políticos, comer con banqueros y cenar con abogados sería un craso error—, además de perseguir por los despachos a directivos para que te firmen una carta o un contrato.

Después de todo ese tiempo, hoy he visto un precioso amanecer (la foto de arriba es desde la ventana de mi dormitorio) y me hallo en condiciones de deciros que ya no hay marcha atrás: “Los muertos van deprisa” ha conseguido completar prácticamente su financiación. Una vez salvado este anodino mes de agosto, cerraremos la fecha definitiva de rodaje y los oportunos contratos con los actores y técnicos de la película (esos verdaderos amigos que no me han dejado ni un momento…)

Todo en la vida tiene un principio y un final, un amanecer y un atardecer (la foto de abajo es desde la cocina). Hoy doy por cerrada la cocina de producción —a partir de ahora me sustituirá Manuel Cristóbal como productor ejecutivo—. Por mi parte, comenzaré a repasar de nuevo el guión y a meterme otra vez en mis añoradas labores de dirección.

Consejo de aprendiz de productor (con un Máster intensivo, eso sí):

"Nunca te des por vencido, cada vez que te den con la puerta en las narices, sonríe y vuelve a llamar amable y educadamente. No podrán contigo".
En los próximos días, os seguiré contando. Sed felices.