lunes, septiembre 10, 2007

Una cuestión singular

Hoy no voy a ser breve, porque el tema necesita monumentalidad.

A veces lo singular requiere pluralidad. En Galicia, a falta de otras polémicas, que las hay, estamos inmersos en la disputa de ¿Ciudad de la Cultura, si o no? Y, si sí, ¿para qué?

Para los que no conozcáis de qué va la cosa —porque tampoco es que haya trascendido mucho al otro lado del "telón de grelos"os diré que el monte Gaiás es una pequeña colina al este de Santiago de Compostela en donde se está construyendo un complejo arquitectónico diseñado por Peter Eisenman que ocupará más de 700.000 m2 repartidos en una biblioteca, museo de la historia, edificio audiovisual y de nuevas tecnologías, teatro de la música y edificios administrativos. El presupuesto se ha triplicado y de los 108 millones de euros iniciales (18.000 millones de las antiguas pesetas), que ya era una pasada, ha rebasado los 300 millones de euros, que es la remonda lironda —y la tendencia parece ser que sigue al alza—, algo exorbitante para un pequeño país como Galicia que, no hace mucho, era región preferente de recepción de fondos de la Unión Europea. O sea, pobre, hablando en plata.

El faraónico proyecto fue idea de Fraga y/o de su administración. Pero, a pesar de las críticas de la oposición, el actual gobierno (aquella oposición que entonces era crítica) ha asumido la ingente tarea de proseguir con el mausoleo, parece ser que con la disconformidad de una gran mayoría de los ciudadanos, lo cual tiene una explicación pues en el estado que estaban las obras casi costaba más derruirlo todo que huir hacia adelante. El problema es que nadie sabe cuál va a ser su auténtico uso. Es un terrible problema endémico de este país: primero se piensa en el continente (ladrillo, siempre ladrillo) y después se busca el contenido, cuando lo lógico sería hacerlo al revés.

La creación de una Fundación privada para su gestión y el nombramiento de un Comité de Sabios —siempre me ha parecido de una vanidad monumental, tanto como la obra del Gaiás, tal denominación, ¿les pagan por interpretar el papel de "sabios"?— tampoco han hecho avanzar mucho la cuestión. Parece ser que la propuesta predominante en las encuestas, además de derribarlo, es trasladar allí todas las oficinas desperdigadas de la Xunta, lo cual no llevaría a otro problema: ¿de qué llenaremos después los locales desalojados por el Gobierno?

En fin, como aquí todo el mundo opina, también yo quisiera dar mi opinión, advirtiendo que no es la de ningún sabio, sino la de un simple ciudadano que trata de aplicar el sentido común intentando encontrar respuestas por el método socrático de formular unas cuantas preguntas.

¿Por qué no pluralizar? Me explico: ¿por qué no Ciudad de las Culturas, en vez de la Cultura? ¿No sería fantástico imaginar un punto de encuentro internacional para la preservación de las culturas y civilizaciones más desfavorecidas? ¿O una gran biblioteca, con capacidad para más de un millón de volúmenes y las más modernas técnicas de digitalización, dedicada al estudio y protección no sólo del gallego, sino de las 36.000 lenguas que se hablan en la India, por ejemplo, y de los millones de lenguas y dialectos minoritarios esparcidos por todas las naciones del orbe? ¿Y un museo de la historia ideado como una gran exposición universal pero permanente y mudable que, de forma didáctica, muestre la historia, cultura y tradiciones de todos los pueblos de la tierra? ¿Un centro audiovisual y de nuevas tecnologías que sirva de punto de encuentro para todas las artes, donde se puedan reunir los creadores de todas las razas, etnias y civilizaciones del mundo? ¿Un teatro de la música donde se expongan y aglutinen todos los folclores e interpretes del planeta? ¿Un punto de encuentro neutral para todas las religiones (monoteístas o no), ideologías y sensibilidades de la humanidad? Rizando el rizo, incluso podría ser la sede permanente de la Alianza de Civilizaciones que, tan deseablemente, propuso el presidente Zapatero y auspició en su día la ONU? Y, ya que estamos, ¿por qué no involucrar a la ONU, o a la UNESCO, o a la UNICEF? ¿No se encontraría así la rentabilidad que se busca? ¿No hará todo ello que tenga todavía más sentido la llegada del tan deseado AVE —más polémicas—, por ejemplo? ¿No va siendo hora de que dejemos de mirarnos el ombligo o tal vez de que le pongamos un bonito piercing para que los demás nos lo miren y se acerquen a nosotros?
Nuestro himno —por cierto, también envuelto en la polémica últimamente— dice que “os bos e xenerosos a nosa voz entenden”. No se refiere a que los gallegos seamos generosos y buenos por naturaleza, se refiere a que los buenos y generosos de otros lugares nos entenderán.

¿No sería este uso del complejo del Gaiás como Ciudad de las Culturas un acto bueno y generoso en sí mismo que como tal será entendido en el mundo entero y que, sin duda, servirá para situar a Galicia en el mapamundi de los actos ilustres e inconmensurables y, a la larga, mucho más rentable económicamente?
Galicia, con la tradición del Camino de Santiago, lleva más de mil años acogiendo a peregrinos de todas las culturas y civilizaciones. Eso fue debido a que, entre otras cosas, hace unos ocho siglos, hubo hombres sobresalientes, con una colosal visión de futuro —como el arzobispo Gelmírez, por ejemplo— que no se apoltronaron en sus cargos ni se arredraron ante los obstáculos y supieron convertir a la Galicia de su época en el punto de referencia de toda la cristiandad y del mundo conocido.

Ojalá nuestros gobernantes (y también la oposición) sepan estar a la altura de las circunstancias, abran los ojos y, con amplitud de miras, logren imitar a aquellos gallegos excelsos que levantaron un imperio espiritual.

Hace algo más de un año tuve el privilegio de ser recibido por nuestro presidente Emilio Pérez Touriño y por la Conselleira de Cultura Ánxela Bugallo en la residencia del primero en Monte Pío, y de dedicarle un ejemplar de mi novela “Compostellanum” (un thirler histórico sobre Gelmírez y la construcción de la catedral, precisamente). Creo que en la dedicatoria puse algo así como: deseando que se inicie una nueva Edad de Oro de Galicia.

Como soy optimista y siempre trato de analizar los problemas en positivo, apuesto a que lo conseguirán, por su propio bien, por el de Galicia y, posiblemente (si por fin pluralizan un acto singular), por el de toda la humanidad. Quizá algún día, como el inglés de la película de Christopher Monger, subamos a la colina del Gaiás para acabar bajando una gran montaña.

¿Qué opináis? Sed felicies.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A min paréceme unha idea bárbara (¡no bo sentido!). Se alguén ten o email de Touriño, que lle mande o enlace do blog ;-)

R.J.Nieto dijo...

La ciudad de las culturas es una idea magnifica.

Anónimo dijo...

Tuve la ¿suerte? de charlar (es un decir, porque más bien la traductora era la que transmitía mis palabras, porque el inglés que me enseñó Manena deja mucho que desear) con Peter Einsenmann el pasado año, y él mismo reconoció -delante de mí- que ni se sabía para qué era el proyecto, y que el presupuesto (ya sólo de sus honorarios) se había falseado, pues él percibiría muchísimo más dinero del previsto. Como Fraga no podía llevar el mar a Santiago, tenía que hacer algo grandioso, un monumento a sí mismo... Es como eso que nos coló hace unos años de subirnos un céntimo la gasolina para eliminar las listas de espera en la Sanidad gallega... ¿Y habéis notado en algo todo ese dinero que a mí me recaudan mensualmente???????

Paco Becerro dijo...

Ojalá te oigan.

Una idea magnifica y un gran escaparate para todos. (Amén de dar un buen uso a una millonada gastada...)