
He de decir que me lo pasé en grande escuchando a John Willians, entre otros, magníficamente ejecutado por
Y, de paso que me llevaba a ver los acantilados (hay que decir que inicialmente acepté la visita casi por compromiso, por no hacerle un feo), me hizo un exhaustivo recorrido turístico por toda la costa: el muelle del cargadero, el faro de isla Pancha, Rinlo, A Devesa, las cetáreas abandonadas, la playa de Os Castros… Y, claro, me enamoré de Ribadeo —como no podía ser de otra forma— y así se lo hice saber a Balbino (el mejor cicerone que podía tener el Concello). Y él me profetizó: “¡Pues espera a que llegue la primavera y crezca el “diente de león” (Carpobrotus Edulis) en la isla del faro y se cubra toda de color fucsia…!”
En aquel momento, yo no sabía de qué estaba hablando, pero llegó la primavera. Y decidí que aquellas serían las localizaciones de “Los muertos van deprisa” y que nuestra película sería una comedia de color fucsia.
Más tarde, con el tiempo, con el ir y venir, y con el devenir, me enamoré de la gente de Ribadeo y, especialmente, de los vecinos de Rinlo (y, por qué no, también del arroz con bogavante de La Cofradía).
Sí, no os quepa la menor duda: “Nos veremos cuando las flores de la isla Pancha la tiñan de nuevo de color fucsia”.
Sed felices.

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